lunes, 28 de mayo de 2012

LA DAMA Y EL LEÓN

Pensando en esas noches negras y felices que tuvimos cuando estábamos juntos, recordé que amabas que te cuente cuentos para que durmieras bien y cuánto yo amaba que me lo pidieras... En fin, esas noches se han ido pero de esas mil y una noches, este fue, es y será siempre mi cuento favorito. Ahora vuelvo a contártelo porque una parte de mí es tuya...


Un hombre fue una vez a hacer un largo viaje, y, al despedirse de sus hijas, les preguntó qué querían que les trajera.

La mayor pidió perlas; la segunda diamantes; pero la tercera dijo:

— Querido padre: sólo quiero una alondra que cante y que vuele.

El padre contestó:

— Muy bien; si puedo obtenerla te la traeré. Besó a las tres hijas, y se fue a viajar.

Compró perlas y diamantes para las dos mayores, pero en vano buscó una alondra que cantase y volase, lo cual le enojó, pues su hija menor era su predilecta.
Volvía hacia su casa atravesando un bosque, cuando en medio de éste vio un espléndido castillo; delante de él había un árbol en cuya cima vio a una alondra cantando y revoloteando.

— ¡Ah! — exclamó. — Ya he encontrado lo que buscaba.

Y, llamando a sus criados, les hizo desmontar y les ordenó que fueran en busca del pajarillo. Apenas se acercaron al árbol, cuando un León salió de junto a él, y empezó a rugir, con tal fuerza, que todas las hojas del bosque temblaban.

— ¿Quién se atreve a robarme mi alondra? — dijo. — Voy a devorar en seguida al ladrón.

Entonces el Caballero repuso:
— Yo no sabía que la alondra fuera vuestra. Estoy dispuesto a pagar una cuantiosa suma por mi falta; pero perdonadme la vida.

Dijo, entonces, el León:
— Nada puede salvarte, a menos que me prometas darme lo primero que encuentres al volver a tu casa. Si consientes, te concedo la vida y puedes llevarte la alondra también.

Pero el Caballero dudaba, diciendo:
— ¿Y si fuese mi hija menor, mi favorita, la que viniese corriendo a encontrarme a mi regreso al hogar?

Pero los criados, que tenían miedo, le dijeron:
— No es preciso que sea vuestra hija la que os salga a recibir. Seguramente será un gato o un perro.

El Caballero se dejó convencer, tomó la alondra y prometió al León darle lo primero que saliera a su encuentro a su regreso al hogar.
Al llegar a su casa, la primera persona que corrió a su encuentro no fue otra que su hija menor. Venía corriendo y le abrazó y le besó y al saber que le traía la alondra que cantaba y volaba saltó y brincó de gozo, pero el padre se entristeció cada vez más con aquella alegría, y, al fin, echándose a llorar, le dijo:

— Querida niña, muy caro me ha costado tu regalo, pues he prometido darte al León, quien te hará pedazos apenas estés en su poder.

Y contó a su hija lo que le había sucedido, pero le rogó que no fuese con el León, sucediera lo que sucediera. Mas ella le consoló, diciendo:

— Querido padre: debes cumplir lo que has prometido. Iré y trataré de ablandar el corazón del León y verás cómo me deja volver sana y salva.

A la mañana siguiente marchó, después de despedirse de sus padres, y se internó, confiada, en el bosque.
Aquel León era un Príncipe encantado que de día era León, lo mismo que sus cortesanos; mas por la noche todos ellos recuperaban la forma humana. A su llegada, la joven fue amablemente recibida, y conducida al castillo. Al llegar la
noche, el León se convirtió en un Príncipe gentil, celebrándose las bodas con gran magnificencia. Y juntos vivieron felices, gozando de noche y durmiendo de día. En cierta ocasión, el Príncipe dijo a su esposa:

— Mañana hay una fiesta en la casa de tu padre para celebrar la boda de tu hermana mayor; si quieres ir, mis Leones te acompañarán.

Contestó ella que nada la haría tan feliz como ver de nuevo a su padre, por lo cual fue allá acompañada de sus Leones.

Todos se pusieron muy contentos al verla, pues la habían creído desde hacía largo tiempo muerta y hecha pedazos. Mas ella les contó qué esposo tan excelente había encontrado y cómo vivía feliz. Y permaneció con su familia hasta que terminaron las fiestas de la boda. Después se volvió al castillo del bosque.
Cuando se casó la segunda hermana, y la pequeña fue de nuevo invitada a la boda, dijo a su esposo el León:

— Esta vez no quiero ir sola; tú debes venir Conmigo.
Pero el León le dijo que ello sería peligroso, pues si un rayo de luz que no fuese la del día le tocaba, se transformaría en paloma y saldría volando, y volaría por espacio de siete años seguidos.

— Si no es más que eso — dijo ella, — ven conmigo. Y yo te protegeré contra todo rayo de luz.
Partieron para la boda, llevando a su hijito con ellos. Habían construido una caseta, cuyas delgadas paredes no dejaban penetrar ningún rayo de luz, y allí debía guardarse al León cuando se encendieran las antorchas del casamiento. Pero la puerta de la jaula era de madera fresca y en ella se hizo una grieta, sin que nadie
la viera.

La boda se celebró con gran esplendor. Pero cuando salió la procesión de la iglesia con un largo cortejo de antorchas y luces, un rayo de luz, tan fino como un pelo, tocó al Príncipe a través de la grieta de la puerta, e inmediatamente el Príncipe cambió de forma; cuando su esposa fue a buscarlo, no vio sino una blanca Paloma
allí donde había estado el León. La Paloma le dijo:

— Durante siete años tengo que volar alrededor del mundo; cada siete pasos dejaré caer una gota de sangre y una pluma blanca para mostrar el camino que sigo; si eres capaz de seguirme, me libertarás del encanto.
En seguida la Paloma echó a volar, y la joven la siguió, y cada siete pasos vio caer una gota de sangre y una plumita blanca, mostrando el camino que seguía el ave.

Así pudo seguirla a través del mundo entero, hasta que casi pasaron los siete años fijados. La joven se regocijó, pensando que pronto estarían ella y su esposo libres de sus penas; pero todavía le quedaban algunas que sufrir. Cierto día, cuando ella caminaba del modo acostumbrado, siguiendo el rastro de la Paloma, la plumita y la
gota de sangre dejaron de caer y toda señal de la Paloma desapareció.

— Nadie en la tierra puede ayudarme — pensó. Se dirigió al Sol, y le dijo:

— Tú que brillas sobre valles y montañas, ¿no has visto una Paloma Blanca volando por aquí?

— No — contestó el Sol. — No he visto ninguna; pero voy a darte un cofrecito. Si te encuentras un día en un apuro, ábrelo y ya verás.

Dio las gracias la joven al Sol, y anduvo, anduvo hasta llegar la noche, cuando la Luna aparece en el firmamento.
— Tú que brillas durante toda la noche — dijo a la Luna, — sobre los campos y los bosques, ¿no has visto a una Paloma Blanca volando por aquí?

— No — contestó la Luna. — No he visto ninguna Paloma, pero aquí tienes un huevo. Ábrelo cuando te veas en un gran apuro.

Dio las gracias a la Luna y se fue andando, andando, hasta que el Viento de la Noche sopló en su rostro.
— Tú que soplas sobre los árboles y las hojas, ¿no has visto a una Paloma Blanca por aquí? — le preguntó.
— No — dijo el Viento de la Noche. — No he visto Paloma ninguna; pero puedo preguntar a los otros tres Vientos, por si ellos la han visto.

Vinieron el Viento del Este y el del Oeste y ninguno había visto ninguna Paloma. Sólo el Viento del Sur dijo:
—Yo he visto a la Paloma Blanca. Volando sobre el Mar Rojo se cumplieron los siete años de su encantamiento, y se transformó de nuevo en León. Ahora el León está luchando con un Dragón que es una Princesa encantada.

Entonces el Viento de la Noche dijo a la esposa:
— Como quiero ayudarte te diré lo que tienes que hacer. Ve al Mar Rojo y en la orilla derecha encontrarás unos juncos altísimos. Cuéntalos y corta el que hace once; golpea al Dragón con él y entonces el León le vencerá, y ambos
recuperarán la forma humana. Después mira en torno y verás un alado buitre, que,volando sobre el Mar Rojo, os llevará a ti y a tu amado, de nuevo a vuestro hogar.
Aquí tienes una nuez; cuando estés en medio del Océano, pártela, e inmediatamente saldrá de las aguas un alto nogal en el cual el buitre descansará.
No le despertéis, pues le faltarían fuerzas para traeros a la otra orilla y si olvidas partir la nuez, caeréis los tres al fondo del mar.

Siguió ella viajando y lo encontró todo como el Viento de la Noche le había anunciado. Llegada a los cañaverales de la orilla del mar, los contó y cortó el junco que hacía el número once. Golpeó al Dragón con él, y el León consiguió vencerlo: inmediatamente los dos recuperaron la forma humana.
Pero cuando la Princesa que había sido dragón estuvo libre de su encanto, tomó al Príncipe en sus brazos y fue a sentarse sobre el buitre que se echó a volar.

Entonces la pobre esposa, otra vez abandonada, se sentó junto al agua y lloró. Recuperó, por fin, el valor y se dijo: "Dondequiera que soplen los Vientos, yo iré tras él, y cuando canten los gallos, le buscaré y le encontraré."
Y siguió andando, andando, hasta llegar al castillo donde vivían el Príncipe y la Princesa. Allí supo que se daba una gran fiesta para celebrar sus esponsales.

Entonces se dijo: "Que el Cielo me ayude", y abrió el cofrecito que el Sol le había dado. Dentro encontró un vestido tan brillante como el mismo Sol. Lo tomó y se lo puso y entró en el castillo, donde todos, incluso la novia, la contemplaron con asombro y envidia. El vestido gustó tanto a la novia, que le preguntó si se lo quería
vender.

— Ni por oro ni por plata — contestó ella, — sino por carne y por sangre lo daré.
La novia le preguntó qué significaba aquello y ella repuso:
— Déjame hablar con el novio esta noche, en su cámara.
La novia se negó. Sin embargo, codiciaba tanto el vestido, que acabó por consentir. Pero dio orden al Chambelán de que hiciese beber un narcótico al Príncipe durante la cena.
Por la noche, cuando el Príncipe estuvo dormido, la verdadera esposa fue conducida a su habitación. Ella se sentó a su lado, y exclamó:

— Te seguí siete años; subí al Sol y a la Luna, y fui en busca de los Cuatro Vientos, por ti. Te ayudé a vencer al Dragón ¡y ahora tú te olvidas de mí!

Pero el Príncipe dormía, tan profundamente, que sólo se oía un rumor como de viento entre los pinos. Al llegar la mañana, la esposa fue echada del castillo y tuvo que dar el vestido a la novia; y volvió a estar muy triste y se fue a un campo a llorar. Mientras estaba allí llorando, se acordó del huevo que la Luna le había dado; rompió el cascarón y de dentro salieron una gallina y doce pollitos, todos de oro, que empezaron a picotear el suelo y a brincar bajo las alas de la madre. No puede imaginarse cosa más bonita. La esposa, seguida de la gallina y los pollitos, se paseó por el prado hasta que la novia se asomó a la ventana. Tanto le gustaron los
pollitos, que le preguntó si se los quería vender.

— Ni por oro ni por plata, sino por carne y por sangre los daré. Déjame hablar con el novio en su cámara una vez más.
La novia consintió, con intención de engañarla otra vez, pero el Príncipe había preguntado al Chambelán qué era aquel murmullo que había oído la noche anterior.

El Chambelán le contó cómo la novia le había dado orden de hacerle beber un narcótico para que no hablase con una pobre joven a quien habían consentido entrar en la cámara del Príncipe, y que había pasado toda la noche llorando junto a él.

— Esta noche vierte mi bebida y lleva a la joven junto a mi cama — dijo el Príncipe.

Y a la noche, todo pasó como la anterior, pero cuando la esposa empezó a contar su mala fortuna, el Príncipe reconoció la voz de su mujer, se despertó y dijo:

— Ahora sí que por primera vez ha cesado mi encanto. Todo ha sido un mal sueño, pues la Princesa extranjera echó sobre mí un encanto que me obligó a olvidarte; pero el Cielo ha querido en buena hora que haya despertado, por fin.
Entonces ambos huyeron del castillo, pues temían al padre de la Princesa, que era un mago encantador. Montaron en el buitre, que les hizo cruzar el Mar Rojo, y cuando estuvieron en medio del Océano, rompieron la nuez. Un magnífico nogal surgió de las aguas y allí el pájaro descansó: después volvió a volar con ellos sobre el lomo, hasta llevarlos de nuevo a su castillo, donde encontraron a su hijo alto y hermoso, y vivieron felices hasta el fin.


Fuente original: Cuentos de Grimm, 1935.


Dulces sueños, nos vemos ahí.



jueves, 24 de mayo de 2012

¿Y de quién es la culpa?

¿Quedan aún hombres y mujeres que no jueguen con los sentimientos?
¿Quedan aún seres confiables y sinceros?

Las mujeres y los hombres hemos recibido dones particulares.

Los hombres han recibido el don de la "labia". Saben cómo usarlo, con quien usarlo, cuándo usarlo. Lo aprenden de sus padres, Aprenden que si alagan a una madre amorosa pueden conseguir casi cualquier cosa, pero con el paso del tiempo este don ha convertido a hombres en seres que alientan el mal uso de la palabra y enseñan a sus hijos a seducir, mentir y engañar a cambio de una noche de placer y un corazón destrozado.

Las mujeres hemos recibido el don de la astucia. Sabemos manipular mejor que cualquier ser en el mundo. Aprendemos de ese arte desde que a tiernas edades. Comenzamos a manipular a papá para que cumpla nuestros caprichos y no pueda negarnos nada porque somos las princesas de el único hombre que importa en nuestra corta vida.

Comenzamos a refinar nuestro arte viéndo cómo mamá, a base de inteligencia, logra que papá le haga caso. Aprendemos a manejar y saber usar nuestro fino y hermoso tono de voz para que el género masculino entienda lo que queremos o no decir. Aprendemos a mentir y ocultar de sus ojos aquello que nos hace daño, aprendemos cómo y cuando usar la información según nuestra conveniencia. Aprendemos también que somos peligrosas y que con una mirada podemos doblegar la voluntad de un hombre hasta cero. También hemos dañado este maravilloso don, haciendo que muchas se aprovechen de los hombres para explotarlos y usarlos.

No busco defender a nadie, ni a hombres ni a mujeres con este tema. Me ha quedado muy claro que si la mujer es una manipuladora, el hombre es un labioso. Nadie se salva y tanto hombres como mujeres utilizan mal estos obsequios que Dios nos ha dado.

Lo que quiero exponer en esta noche es la poca conciencia moral de muchos y la poca autoestima de otros.

Hombres: no toda mujer es una mentirosa, los mentirosos son ustedes. Con labia y engaño mienten y hacen daño a sabiendas de que la mujer a quien le mienten los ama. Saben que ella no se aprovecha de ustedes y que daría su vida por protejerlos. Mienten y engañan, dicen cosas para contentarla y luego salen en pos de la "otra" para decirle las mismas mentiras y seguir ensuciandose el alma.

Mujeres: Sabemos que el hombre que da su vida por protejernos, por contentarnos, para que el amor no nos falte y aún así manipulamos las circunstancias, la información, los sentimientos para lograr lo que nos conviene.

¿Y de quién es la culpa?

¿Quién empezó este juego de sombras?

¿Quén fue el culpable: Eva por brindarle la manzana, o Adán por comerla?

No nos sirve de nada pasarnos la pelotita de la culpa de unas manos a otras. Nos se justifica el mal!!!

Pero todos estos mentirosos, manipuladoras, engañadores ya tienen su alma podrida. Ya nada los puede salvar, ni si quiera yo con este llamado de atención.

Mi exortación en esta noche es para ti mujer u hombre que ha sido víctima de este tipo de gente miserable que se dedica a destrozar corazones y vidas solo porque la suya está tan sucia que no tienen otro remedio que hacer la vida de los demás también miserable y sucia.
Te hablo a tí, querida que te mintieron, que te dijeron que cruzarían el mar entero y al día de rendir cuentas te destrozaron el corazón. A tí hombre sincero que amaste a una mala mujer y solo te utilizó.

No importa lo que te hayan hecho, demuestra que tu vales más, que tienes una mejor conciencia, que tu alma está limpia de miseria. Corta relaciones, corta amistad, charlas por teléfono, mensajes, chat. Sé que los amamos, pero debemos demostrar que nosotros sí nos amamos a nostros mismos, que nosotros nos valoramos lo suficiente.
Apártate de esas almas miserables que solo quieren undirte en su inmundicia, y sal adelante por amor a tí.

Al final, hay que tenerles pena a ellos que añoran sentir dolor ya que nada de lo que hacen les produce ese lindo sentimiento que nostros si tenemos. El dolor nos hace más fuertes.

No te conviertas en uno de ellos, no pases la pelota al siguiente. Corta el juego, no nos convirtamos en ellos, no seamos agentes de miseria. Nosotros somos superiores, nosotros valemos más que todos ellos juntos.

La hermosura de tu corazón la merece uno de nostros que pudiendo pasar la pelota de la culpa, decidimos no hacerlo y olvidar, seguir teniendo nuestro corazón libre de inmundicia. Nosotros nos merecemos, no uno de ellos.

Olvida y sé feliz, algo que ellos no pueden.
Aún existimos, somos pocos, pero aquí estamos. Ten fé y confianza en Dios.




martes, 15 de mayo de 2012

Hablemos de lo que ves en el espejo al despertar...

Cuando atravesé la crisis existencial posterior a mi ruptura con Andrés mi autoestima quedó dañada en muchas formas y de todas los ángulos posibles. En primer lugar, creía que me faltaba mucho para estar a la altura de Andrés a quien consideraba (nótece el pasado en el verbo) muy superior a mi. Pensé que por eso yo no había logrado que me amara como yo lo amé. Empecé a tratar de perfeccionarme tanto mental y físicamente tratando con mi némesis de toda la vida: mi aspecto físico. Las comparaciones de la mujer a quien Andrés decía perfecta eran mi pan diario y con el paso del tiempo, al ver que nada de lo que yo hacía lograba atraerlo comencé a auto destruírme. Me sentí despreciada y humillada por el hombre que amaba ya que sentí que había jugado conmigo, y así lo hizo, pero mi mente atrofiada por el daño físico que me producía distorsionaba mi percepción de la realidad haciéndola exageradamente imposible de soportar. Después de mi tercer intento de suicidio Dios me envió un ángel que me ayudó en esos días oscuros. Sucedió que un día al caminar cerca de mi casa, me desmayé. Recuerdo ver el sol y las nubes de esa tarde de agosto antes de despertar en los brazos de una anciana en una humilde casita y con un trapo húmedo en mi cabeza. Obviamente aquella anciana me había ayudado. Y cuando se acercó e intentó limpiar y curar la sangre de las heridas de mis manos y cabeza me dijo: -Eso que te estas haciendo es muy peligroso. Es tu vida y tu decides como darle fin, pero se un poco menos egoista y piensa en tus padres si los tienes, en lo que han gastado su vida, tiempo y recursos para que puedas tener la edad que tienes. Nos quedamos en silencio hasta que el ardor de mis manos disminuyó y hasta cuando toda la sangre de mi cabeza estuvo limpia. Me dio agua y agradeciéndole su amabilidad seguí con mi camino. Sus palabras tocaron partes de mi cerebro y pese a el atrofia miento pude discernir las cosas y pensar en lo que hacía. Pasó mas de dos meses hasta que me decidiera a llevarle algo a aquella mujer en agradecimiento por su amabilidad. Cuando llegué ella me recibió muy contenta y hablamos por mucho tiempo de todo lo que estaba pasando por mi vida. Me abrí completamente y ella tuvo la paciencia y amor de escuchar mis quejas de como todo era injusto. Mi ángel me aconsejó muchas cosas y por primera vez pude darme cuenta de que Andrés me destruyó solo porque yo se lo permití. Dana tuvo el don de hacerme entender que debía trabajar primero en mi interior, en mi autoestima para poder tener una relación saludable con alguien y que alguien me ame. Andrés me hizo daño porque él también tiene problemas de autoestima así que en parte, no es totalmente su culpa. Comencé a trabajar en un tipo de terapia en solitario aceptándome por quien soy. Que si soy rellenita, soñadora, risueña, positiva, idealista, inocente, creativa y poco receptiva, despistada, pues así soy yo. Y solo yo puedo decidir qué debo cambiar en mi forma de ser. Esas cualidades, incluso las que me hacen avergonzar, son parte de mi y necesito quererme por quien soy. El problema es que pocas veces nos aceptamos. Siempre hay algo que queremos ser, algo que alguien más tiene, algo que nunca podemos ser y nos amargamos los días por que aunque queremos, no podemos ser. No me mal interpretes, soy de las personas que creen en la superación de todos los días, de las que piensan que siempre hay algo en qué mejorar. Solo digo, que esas cualidades únicas que tenemos, son parte de nosotros y aunque debemos siempre preocuparnos por mejorar, debemos amarnos incluso con nuestras debilidades porque somos humanos y siempre vamos a fallar. Nadie es perfecto. El problema con esas personas que buscan a un ser perfecto y siempre ven los defectos en otros es que son personas que no están seguras de quien son y se ocupan de buscar defectos en los demás. No hay seres perfectos. Los humanos tenemos cada célula repleta de defectos. El truco está en amarnos a nosotros mismos como somos y que lo que nos inspire a la superación sea el amor propio a nosotros. Solo así estaremos listos para saber reconocer los errores propios y de otros, aceptarlos y amarlos con todas esas cualidades únicas que cada uno tiene, que nos hace especiales y únicos. Te animo a tí a que empieces a aceptar cada parte de ti, tanto física como interna. Ámate y aceptate, solo entonces aprenderás a aceptar a otros con todo y defectos y poder ayudarles a seguir adelante siendo motivado por el amor y no por la crítica. Porque al final del día, todo lo que cuenta es el amor que tienes y el amor que das. Tu valor está determinado por el amor que llevas en tu corazón. "Querido padre celestial, yo te agradezco por la hermosura física que me has dado. Pero Tu dices en tu palabra que esta belleza es pasajera, mientras que la que sí perdura y es agradable a Tí es la belleza del corazón. Ayúdame a adornar mi corazón con tu Espíritu tierno y bondadoso. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén" Que nunca se aparten de ti el amor y la verdad. Llévalos siempre como adorno alrededor de tu cuello y escríbelos en tu corazón. Así contarás con el favor de Dios y buena fama entre la gente. Provervios 3:3-4 Bendiciones!!! XOXO

miércoles, 2 de mayo de 2012

El valor de nuestro amor...

Conversando con cierto amigo que acaba de atravesar una ruptura amorosa me di cuenta de cuanto daño causamos a las personas cuando termina una relación. En cierta medida, no es nuestra culpa, pero solo en una pequeña proporción. La mayor parte del daño que hacemos a la otra persona proviene de nosotros, de lo que no dimos, de lo que no quisimos o por lo que pudimos luchar. Hace dos años, yo misma atravesé una ruptura que me dejó rota de muchas maneras, por no decir que me acabó. En ese entonces yo no entendía la importancia de la autoestima. Cuando conocí a Andrés me deslumbró lo que yo sentía que era cuando estaba junto a él. Nosotros tuvimos una relación corta e irreal; para mi era algo real y verdadero, para él fui solo alguien o algo a qué sujetarse para no correr en otra dirección. El final? Como pueden adivinar, fue verdaderamente desastroso. Aprendí muchas cosas de esa experiencia. En primer lugar, que Andrés me hizo daño, pero el verdadero daño me lo hice yo. No culpo a mis padres, pero me di cuenta de la importancia que tienen los padres en la autoestima de los hijos. Mi padre es un catedrático muy reconocido en este lugar, siempre ocupado, siempre haciendo cosas mas importantes, también tiene mucho que ver el que mi padre no tuvo un padre, no supo cómo enseñarnos a amarnos y respetarnos nosotros mismos, no pudo enseñarnos a darnos nuestro lugar. Mi padre nos enseñó siempre que los demás eran mas importantes, que la gente, que el mundo tiene muchas personas a quien ayudar y que ellos tienen una prioridad en nuestras actividades. Mi padre me enseñó a tratar de curar a los demás y yo entendí que era mejor dar todo lo mio sin reservas. Crecer en un hogar en el que no había nadie te dijera cuán valioso es lo que das, y en el que tenías que leer libros de autosuperación para salir adelante y aprender ciertos conceptos de alguien a quien rara vez veías en casa es muy dificil. Dios sabe cuanto amo a mi padre, pero su error fue no enseñarme a amarme a mi misma, a no luchar por mi misma y hacerlo por otros. Déjame decirte que no es así. Una persona que no tiene agua, no puede regalar agua a los sedientos. Si alguien no tiene comida no puede alimentar a los hambrientos. Una persona sin amor propio no puede amar a alguien y tener una relación duradera, sana y hermosa. No puedes dar lo que no tienes. El problema que muchos tenemos es que no sabemos lo que valemos, y cuando encontramos a esa persona que nos hace sentir especiales creemos que su brillo es suficiente para ambos, y terminamos dando mas de lo que esa persona merece, solo porque creemos que esa persona nos supera. La mayoría de veces, la persona a quien creemos superior a nosotros no es mas que otra persona falta de autoestima, otra persona que ha canalizado mal su falta de amor propio y se dedica a jugar y mal gastar su corazón. Esas personas no nos merecen. El problema de mi experiencia con Andrés fue que no supe cuanto valgo yo y terminé dándole mas de lo que merecía a un hombre que no sabía manejar un tesoro, a un hombre también estaba falto de autoestima. Sigo aprendiendo a amarme, aceptarme y quererme día a día en mi soledad, porque yo sé que va a llegar el momento en que encontraré a una persona con una buena autoestima con quien hacer mi vida y quiero estar lista cuando aparezca. Quiero darle amor y eso solo lo lograré teniendo amor y valorándome a mi misma. No podemos seguir pensando que los demas son mejores, que nosotros no valemos lo que ellos. No podemos seguir pensando que debemos darlo todo sin exigir mucho porque "el/ella es mejor". Basta de llamar cuando esa persona apenas nos manda un mensaje. Basta de hacer miles de dibujos, manualidades, y cosas cuando esa persona apenas nos dice que nos quiere. Basta de compar cosas para alguien que solo en nuestro cumpleaños nos regala algo lindo. Basta!! Hay que saber medir lo que damos, y si sentimos que esa persona no pone de parte, no nos da lo mismo que nosotros le damos, es momento de parar y terminar algo que nos va a lastimar. Si nosotros mismos no nos valoramos, nadie lo hará. Por qué comprar la vaca si la leche es gratis??? Por qué enamorarl@ si el/ella ya esta a mis pies?? Por qué esforzarme por que sepa que la quiero si ya está enamorada??? Porque nadie se esfuerza por algo que sabe suyo... Tengan fe, una ruptura amorosa no es el final. Solamente es una indicación por parte de Dios de que algo hicimos mal en nosotros mismos, corrijamos el error y preparémonos para cuando llegue el/la indicad@. Los quiero mucho y animo, salgan adelante creciendo siempre.