viernes, 17 de agosto de 2012

Sobre el amor...


Muy buenas tardes queridos lectores, me alegra saber que el número de ustedes crece cada semana :), me da más fuerzas para escribir.
Bueno..., sé que los he abandonado un montón pero ya estoy de regreso con muchas experiencias valiosas y un poquito más sabia, gracias a Dios.
Como ya se habrán dado cuenta, me gustan mucho los cuentos, no tanto los de hadas (Disney), más bien los cuentos originales que dejan una moraleja o a falta de ella, algo en qué pensar. Conocí personas increíbles en este mes que he estado renovando mi corazón, escuché sus historias y empezaré a relatarlas para ustedes a fin de aprender algo nuevo. ¿Ese es el objetivo verdad?

Una de los chicos que conocí, hice amistad y más me impresionó me ha dado su autorización para publicar su serie llamada "CUENTO TRÁGICO" que ya subí la primero y segunda parte. Espero que os guste.Iré subiendo más historias y me gustaría que aprendan algo de ellas, yo personalemente, pienso que es oro puro.

En fin... Para comenzar, empezaré por mí. A continuación les relato un cuento que es una historia personal con un antiguo amor, Erick, en este caso, soy yo la que esperó en el muro tantos días...
Disfruten mucho esta historia y les mando un abrazo inmenso. Sigan enviándome sus comentarios por correo, me alegra leerlos.


LA PRINCESA Y EL AMOR

Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.

La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:

- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.

El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él. Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:

- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?

Y el hijo contestó:

- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi Amor, ¿verdad madre?


Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace es, porque todo se ha terminado.


LA UNICA VERDAD ES QUE NADIE QUE TE AMA DE VERDAD, PERMITE TU SUFRIMIENTO SI ESTÁ EN SUS MANOS QUE NO SUFRAS...

Al final... solo depende de ti! que no se extinga esa flama que hay en tu corazón! no dejes que maten tus sueños! y tus alegrías! da Amor! dale una sonrisa a la vida!

CUENTO TRÁGICO: "El guardián de la Bestia"

Hubo una vez en un mundo muy normal, una familia no muy normal en la cual nació un niño para nada especial. Salvo por un parto complicado que llevaría consecuencias graves a su madre en algunos años, todo parecía normal. Nadie asoció jamás las penurias que en la casa empezaron a darse desde la llegada del pequeño Ditto. Nadie lo culpó por las peleas, los temores y las ausencias. Era solo un niño que había llegado en un momento que se volvió crítico.

Pero Ditto sabía que no era así, algo le decía que todos los problemas de su familia empezaron cuando el apareció, y más notoriamente los de su hermano mayor. Cada noche sentía que alguien más habitaba en su interior, soñaba con este ocupante que parecía divertirse con atemorizarlo a él y a su familia. Una bestia de apetito insaciable y de una maldad demasiado palpable.

A pesar de haberse acostumbrado a su presencia, cada vez que la bestia salía y hacía de las suyas con su familia, a Ditto se le desquebrajaba el alma. Por ello, tomo una decisión vital, encerrar a la bestia para que nunca pueda lastimar a nadie más. Se encerró a sí mismo en una mazmorra y empezó a alejarse de toda persona alimentando así el miedo de lastimar a cualquiera que se le acerque demasiado.

Ditto creció en soledad, por decisión propia, y aprendió a encerrar la bestia en su corazón. Sin embargo, nunca le gustó estar solo. Miraba por las ventanas a los otros niños jugar libremente afuera y se preguntaba el por qué a él le tocaba ser el guardián de una bestia tan fiera. Algún día soñaba con correr con los demás, jugar, vivir una vida más normal.

Intentó salir al mundo varias veces, pero siempre que abría un poco su corazón la bestia empujaba por completo la puerta y alguien resultaba herido. Entonces comprendió que debería poner un escudo a su alrededor para proteger a los demás. Y así es como llevó una prisión sobre sus hombros, compartía con otras personas pero si alguien se acercaba demasiado el escudo lo repelía y así la bestia no podría hacer daño a nadie. La soledad era el justo precio a pagar por la seguridad de los demás.

Los años pasaron y la oscuridad dentro e Ditto crecía junto con su soledad. Hasta que un día apareció Noi. Noi era una persona llena de cicatrices, algunas aún abiertas y otras que parecían haber dejado una gran huella. Muchos querían estar cerca de Noi porque en su pecho llevaba una piedra muy preciosa que llamaba mucho la atención con una brillante luz. Un zafiro con luz muy brillante que opacaba a Noi. Tal era su esplendor que muchos por poseerla, intentaron arrancársela por la fuerza.

Pero Ditto veía más allá. Por alguna razón el zafiro no llamaba su atención, al contrario de esta extraña y bella criatura que lo portaba. Para Ditto, Noi tenía una luz propia mucho más hermosa que el mismo zafiro que llevaba en su pecho.

Pronto se llamaron la atención, dos seres así de extraños, como no hacerlo. Ditto sintió felicidad por primera vez en su oscura vida. Una luz rompía años de soledad con una simple sonrisa. Noi le hizo olvidar sobre la bestia, hasta el punto de asimilar que esa criatura jamás existió. A cambio, Noi sentía seguridad y cariño verdadero, algo que desde hace tiempo buscaba, ya no pensaba en que su piedra del pecho era todo lo que a los demás les podía interesar.

Ditto muy lentamente fue perdiendo el miedo y destruyendo sus muros, escudos y protecciones. Dejó su corazón desnudo y al descubierto ante Noi. Noi también mostró el suyo pero con algún reparo pues las cicatrices no se las había ganado en vano. Pero el proceso de liberación de Ditto costó tanto, que Noi muchas veces se cansaba de esta situación y buscaba quien juegue con su zafiro una vez más, a veces resultando con nuevas cicatrices ante los ojos de un impotente Ditto.

Ditto aprendía a ser libre a tropezones. No conocía un mundo al que se negó por miedo de dañarlo y cuando salió de su cascarón, fue como ser un bebé aprendiendo a caminar, burdo, insulso y a veces dando manotazos. Noi a veces lo ayudaba y otras simplemente se alteraban, había pasado ya por tanto que enseñar a otro a caminar no era parte de lo que soñaba o esperaba, era mejor vivir y cuidar su zafiro, ese brillante zafiro. No sabía que veía en Ditto, pero lo amaba, a su manera muy particular. Y Ditto también amaba a Noi, profundamente, quizá demasiado.

Al ser tan perturbadoramente distintos a veces no podían evitar lastimarse. No sabían, con comprendían cómo comportarse el uno con el otro. No habían conocido nada igual. A veces Ditto se sentía perdido y abrumado frente a Noi, sus andanzas, sus acciones y que siempre regresara con más heridas abiertas. Mientras que a Noi le desesperaba la inconsistencia e inseguridad de Ditto, sus necesidades, su búsqueda de pruebas. Sin embargo, siempre andaban juntos, sabían que siempre sería así, y se alegraban por ello.

Hasta que un día sucedió lo inevitable. Las emociones se volvieron tan fuertes que una sombra del pasado regresó. La bestia era real, muy real y había estado lastimando a Noi una otra vez hasta llegar a hacerlo berrear de dolor. Ditto al darse cuenta que su pesadilla se volvía realidad, y que si no hacía algo este monstruo insaciable devoraría a Noi, lo único que ha amado y le ha demostrado amor, decidió volver a encerrarse. Prefirió agonizar de soledad y confinar a la bestia, que ver sufrir más a Noi. Y Noi ya no era igual, pues se cansó de Ditto y sus temores y el monstruo que lleva dentro así que le pidió que se marchara, que no le hiriera más, que se largara de una buena vez.

Ditto con el corazón roto y una bestia a cuestas se encerró en la mazmorra. Sabe que la bestia solo morirá cuando él muera, pero es muy cobarde para tomar acciones con respecto a eso. Así q prefirió vivir siglos encerrado hasta que su cuerpo súcumba antes de lastimar a alguien más, no, no a cualquier alguien, a Noi, lo único en lo que piensa.

De Noi no se supo nada más. Quizá encontró el amor, quizá siguieron tratando de quitarle su zafiro hermoso hasta el último de sus días, o quizá descubrió que su luz es aún mayor, tal como se lo decía Ditto. Y la leyenda dice que si vas a un valle olvidado en el corazón del planeta, aun puedes ver a lo lejos una torre, con una mazmorra. Y que si te acercas puedes escuchar aún los susurros de una bestia voraz y adolorida, seguida de un suave y profundo susurro de una voz que dice “Noi”.

lunes, 6 de agosto de 2012

CUENTO TRÁGICO


Hola a todos!!

Les cuento que estoy en un seminario/campamento/retiro al que quería ir desde hace mucho y estoy muy entretenida por aquí. Me queda aún otra semana por acá y no he tenido tiempo para escribir aunque tenga ya como cinco temas interesantes que quiero compartirles. Lo haré a penas pueda y mientras tanto, les dejo con un cuento que me encantó y cuyo autor es un gran amigo que conocí por acá, David.

Repito, no es mío, es de un amigo. Espero que lo disfruten y les de algo en qué pensar.
Los quiero un montón.

CUENTO TRÁGICO (PRIMERA PARTE): El Príncipe Escarlata y la Dama de Cristal.

Krew era como cualquier otro chico de la corte real, salvo una pequeña particularidad que su estado de príncipe no podría jamás solventar: había nacido con el más extraño color de ojos, tan rojos como su propia sangre. Su brillo particular, dio a Krew el sobrenombre por el cual sería conocido por el resto de sus días: El Príncipe Escarlata.


Criado entre leyendas de princesas encantadas, esperando por un príncipe q las rescate de una torre lejana, algún extraño hechizo o una bestia amenazadora. Entrenaba día y noche con un solo objetivo, encontrar a su princesa, aquella que mire sus grandes ojos rojos sin temor y se adueñe con un solo gesto de su rojo corazón.

Salió sin más en busca de aventura cuando el oráculo del pueblo gritó su fortuna: correr con rumbo incierto hasta que su corazón encuentre lo que tanto anhela. Varios años tardó su búsqueda, creando gran expectativa, pero nada encontraba y su corazón desfallecía. Hasta q un día bloqueando al sol, frente a sus ojos una torre de cristal se levantó.

Bajo de su corcel asombrado por tanta maravilla, pero aún más por lo que dentro de ella encontraría. Una dulce dama, de belleza sin igual caminaba en su interior sin poder encontrar una salida. Cautivado e intrigado se acercó a la gran torre y entonces, sucedió. Sus ojos se encontraron, el con unos grandes rubíes rojos la miraba perplejo, mientras ella con unos gélidos ojos color azul parecía perforar su alma.

Krew se sintió encantado, no podía creerlo, su princesa encantada era aquella dama de invierno. Se fue acercando cada vez más a la prisión de hielo, sin dejar de mirar aquellos ojos de hielo. Más cuando estuvo a punto de tocar las paredes de la torre, una horrorosa verdad se impactó contra su cara. A un costado suyo un joven desesperado, había tocado la torre por la misma dama embelesado. Al hacerlo, de pronto empezó a transformarse en hielo y fundirse con la prisión helada que ahora parecía rodear con mayor fuerza y amplitud a su amada.

Al alejarse sorprendido, un anciano se acercó presuroso, el padre de aquel chico supo luego de un rápido interrogatorio. El anciano le contó lo que bien sabía, pues era muy conocida por la región la historia de la dama de cristal. Encerrada en una torre del más frío hielo, aguardaba su rescate desde quizá hace un milenio. Todo aquel que la veía quedaba prendido de su hermosura, y al tocar su prisión por las ansias de tenerla entre sus brazos, en ese momento se convertía en hielo ampliando la prisión de la dama.

El Príncipe Escarlata ante tal noticia quedó muy consternado, ¿o será acaso que más bien estaba emocionado? Una princesa que rescatar, ya estaba enamorado, los fríos ojos de hielo lo habían cautivado. Desde entonces día tras día blandía su espada rompiendo paredes de hielo para rescatar a su amada, la dama lo veía perpleja pero no se movía de en medio de su celda. Mientras más paredes desbarataba con su espada, muchas otras se le interponían. Días avanzaba más que otros mientras la dama inmutable lo miraba directamente a sus hermosos ojos rojos.

Pasaron varios días y el caballero no desistía de su lucha, había esperado tanto por este momento que no desistiría hasta encontrarla. El la veía allí inmóvil, esperarlo y desde ahí la amaba, la miraba como era tentado a tocarla, pero la amaba tanto que ponía todo su esfuerzo en rescatarla. O le importaba el frio que congelaba sus huesos, ni tampoco el dolor de sus quemados nervios. Pero no había victoria, y el tiempo pasaba sin misericordia.

Un día en medio de su batalla apareció otro caballero de en medio de la nada, a muchacha volteó a mirarlo y enseguida quedo prendado y al querer tocarla una vez más el terrible hechizo entro en efecto. Mientras Krew seguía luchando contra la prisión de hielo, ante el toque del chico esta se volvió más fuerte y se reconstruyó en el acto, haciendo un corte en medio del pecho del Príncipe Escarlata. Su sangre brotaba cayendo sobre el hielo, y entonces descubrió el gran secreto. Solo la sangre roja y cálida podía derretir tremendas paredes de hielo.

Volvió día tras día desangrando su cuerpo, esperando llegar hasta donde se encontraba su amada. A veces era el mismo quien su cuerpo sangraba, a veces era efecto de tantos otros hombres q cuando deseaban tocarla, la prisión hacían más fuerte y le desgarraban no solo el cuerpo, sino el alma. ¿O ésta más bien era desgarrada por los inconstantes ojos de la cristalina dama, que inquieta miraba con esa enloquecedora frialdad a todo aquel q se acercaba?

El tiempo pasaba y su sangre fluía deshaciendo a cada paso la prisión cristalina, pero la Dama atraía a más caballeros, y la prisión seguía creciendo y creciendo. Mientras el Príncipe poco a poco iba desfalleciendo. El día en que sus ojos perdieron ese brillo rojo, y se volvieron blancos y fríos como la nieve, fue el día que comprendió lo que en aquel lugar sucedía. El hechizo de Cristal era más complejo de lo q suponía.




Hubo una vez una tierna niña que en una torre de cristalino hierro fue encerrada. Esperaría al príncipe que la rescatara. Pero la situación no sería fácil pues su belleza sería su infortunio, atraería con su mirada a cuanto caballero la viera, y cuando su prisión tocarén en hielo se convertirían, ensanchando más y más su hermosa prisión helada. Solo la sangre podría abrirse camino entre su gélido destino. Pero no de una sinó de dos fuentes tendría que ser vertida, pues para hallar la salida no solo de afuera hacia adentro debería fluir sino de adentro hacia afuera de igual manera.

¿Como rescatas a una princesa que debe ella mima ayudarse? Más aún ¿Cómo rescatas a una dama que no quiere ser rescatada? Si debía esforzarse pero no quería, entonces era la mayor de las causas perdidas.

Krew se alejó con su brillo escarlata ya perdido, soñando en una alba princesa rescatar algún día. una dama de blanco como sus ojos ahora eran. Mientras la Dama de Cristal sigue presa, sin mover un músculo, sin intención de buscar su libertad. Solo levanta su mirada para atraer más caballeros, y así ampliar más su hermoso palacio, aquel que lleva mil años con congelados sueños y deseos construyendo.